02 febrero 2024

Ética y Moral en el Rol Docente

Sabemos que la ética y la moral son valores que deben existir en la práctica docente. Sin embargo, cabe hacernos las siguientes preguntas: ¿Qué entendemos por ética y moral?, ¿cómo ponerlo en práctica?, ¿cómo transcender estas prácticas hacia nuestros alumnos?, ¿cómo ser coherentes en nuestro discurso y acciones educativas?, ¿hasta dónde debe llegar el nivel de compromiso docente?, ¿hasta dónde llega realmente? y la lista puede llegar a ser infinita. Al tratar de dar respuesta a estas interrogantes nos encontramos con la idea de la concepción del docente como un ser humano involucrado en el proceso enseñanza – aprendizaje, que debe tener un alto sentido del “deber ser” (ético) y del “deber hacer” (moral) ante sus educandos, para generar confianza y cumplir la loable labor de formar las mujeres y hombres del mañana en este mundo complejo, incierto y plagado de desigualdades.

Hoy en día la figura del docente ha ido en franco decaimiento tal vez por los cambios sociales, económicos e inclusive tecnológicos que se han suscitado en el tiempo. Todo esto, hace menester replantearnos el papel del docente desde la ética y la moral, para empezar a redescubrirse como actor principal de los cambios sociales que estamos enfrentando y que, además, necesitamos. Creemos que el docente ha sido y seguirá siendo un guía de seres humanos que, como se mencionó antes, tiene una responsabilidad ética y moral, en su ejercicio profesional, que se extiende hacia aquellos que se están formando.

Frecuentemente, los sistemas educativos se centran en el desarrollo de habilidades técnicas y ciertas destrezas en los estudiantes con el fin presupuesto de prepararlos para la vida profesional. Sin embargo, la educación tiene una responsabilidad que va más allá de la simple instrucción de ciertos conocimientos y, es la formación de ciudadanos, de las personas del mañana. Por esta razón, es imperativo que se incorporen, mejor dicho, se retomen o replanteen valores éticos y morales en la educación y, que esto redunde en la construcción de sociedades más justas. Obviamente, la raíz reside en la concepción que debemos tener los docentes sobre la ética y la moral. Por esta razón, hemos tratado de definir qué es la ética y la moral.

Al revisar las definiciones de ética, encontramos una cantidad ilimitada de enunciados que tienen aspectos en común como; ciencia, estudio filosófico, conducta humana, actos libres, filosofía de valores morales, rectitud, entre otros. Estos aspectos son importantes a considerar en el entendimiento de la ética. Coincidimos con algunos autores en precisar la ética como el estudio racional y sistemático de las acciones libres (voluntarias) del ser humano, desde el enfoque (universal) del bien. Sin embargo, tal como lo señala Correa (2015), la ética analiza o juzga actos concretos de las personas, pero no juzga a las personas es decir, analiza al hecho y no a la persona que lo realizó (Correa, 2015). Entendiendo a la ética como ciencia podemos decir que esta ofrece herramientas para el análisis de las acciones y la toma de decisiones que nos permite comprender mejor el acto realizado.

Como vimos en la definición anterior, la ética tiene un enfoque universal, a pesar de ello, el debate ético, hoy en día, ha resultado en una gran variedad de posiciones muchas de ellas opuestas entre sí. Algunos autores atribuyen este hecho, entre otras cosas, a la libertad de pensamiento trayendo como consecuencia que no hay verdades éticas universales. (Calderon & Loja, 2018) De allí, el llamado inicial a replantearnos desde la ética el rol del docente.

La moralidad tampoco escapa de esta transformación. Entendemos a la moralidad como todos esos actos o decisiones que toma el docente basado en los principios subconscientes fijados de acuerdo a su entorno social y su formación académica. Entonces, ¿qué sucede hoy en día con la moral? Hemos observado que muchos principios morales como la responsabilidad, la equidad, la puntualidad, la tolerancia, etc., que caracterizan la práctica docente, han venido mermando de forma importante en los últimos años. Según Ramírez (2000), las exiguas remuneraciones y condiciones de trabajo adversas han creado un clima alrededor del docente que contribuye a generar altos niveles de desmotivación, repercutiendo de manera inmediata en su quehacer profesional. (Ramirez, Bravo, & Pernía, 2000). Si pensamos en los docentes como entes que, de alguna manera, influyen o intervienen en la formación moral de las personas, cada día se hace más importante formar en valores y no limitarnos, desde la apatía o desánimo, a la enseñanza de contenidos. Debemos reflexionar sobre la urgencia de aumentar el perfil ético y moral de los responsables de la educación de las futuras generaciones.

Ahora bien, no sólo el maestro sino también el alumno y por supuesto la interacción alumno – maestro, tienen un destacado papel en la formación de ciudadanos y su desarrollo moral. La educación, independientemente del área de conocimiento que se pretende formar, debe retomar su concepción originaria sobre los valores: morales en el reconocimiento del “qué debe hacerse” y éticos sobre el “porqué se debe hacer”. Indudablemente, se trata de la formación de personas en principios para la convivencia en su entorno social. Se trata de la oportunidad para que la práctica docente tematice las relaciones personales sobre la filosofía entendida como la ética de explicación y sentido a la moralidad. (Inciarte, 2004)

Lo antes expuesto permite reflexionar si, las ideas sobre la ética de los docentes tienen relación con su práctica. Se debe hacer el esfuerzo por concientizar en los profesores en su acción pedagógica sobre el papel que juega la moralidad por cuanto a través de esta se puede propiciar un sentido ético renovado para los alumnos. Según Suarez y col. (2016) “las concepciones del maestro sobre la ética y su relación con la practica docente son el lugar y la condición de posibilidad de una educación para la ciudadanía”. (Suarez, Martín, Mejía, & Acuna, 2016)

El rol que el profesorado ha desempeñado dentro de las sociedades ha marcado rotundos cambios y reflexiones frente al sistema educativo, y debe seguir siendo así. Pérez (2012), asevera que la labor del docente va más allá de la reproducción de conocimientos; es decir, es el encargado de guiar a los educandos durante todo su proceso de enseñanza – aprendizaje, pero sobre todo es quien facilita la construcción de su proyecto de vida hacia el saber (Pérez-Gómez, 2012).

Los daños colaterales de la modernidad han complejizado progresivamente las prácticas educativas en el mundo globalizado, mediatizado por las tecnologías lo cual conlleva a reflexionar sobre las necesidades educativas desde un enfoque inclusivo, diverso e intercultural. (Angulo, 2012) Por tal motivo el tipo de enseñanza requiere de una evolución capaz de responder a las necesidades actuales, capaz de retomar o mejor, replantear la figura del docente en esta coyuntura social que vivimos. Freire (2008), afirma que la responsabilidad ética en el ejercicio de la tarea docente debe referirse a la ética universal del ser humano, que condena la explotación de la fuerza de trabajo, que se opone a la injusticia y a la mentira y que respeta la dignidad del ser humano. Todos estos valores éticos universales que gestionen nuestras acciones morales en el ejercicio pedagógico. Esta idea de la ética, según Freire (2008), es inseparable del acto educativo, “es vivirla en nuestra práctica, testimoniarla, con energía, a los educandos en nuestras relaciones con ellos”. (p. 18) (Freire, 2008).

Referencia:

Angulo, G. (2012). Las concepciones sobre el docente o diferentes maneras de concebir el ejercicio de la docencia. Caracas: Revista de Investigación vol.36 no.75. Obtenido de http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1010-29142012000100002

Calderon, P., & Loja, H. (2018). Un cambio imprescindible: el rol del docente en el siglo XI. ILLARI, núm. 6. Obtenido de www.aacademica.org/margarita.calderon/2

Correa, P. (2015). Ética para educadores ¿Cuál es el lugar de la ética en el siglo XXI? Santiago de Chile: Universitaria, 1era edid.

Freire, P. (2008). Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativ. Argentina: Ediciones argentina s.a. Obtenido de https://redclade.org/wp-content/uploads/Pedagogia-de-la-Autonomia.pdf

Inciarte, M. (2004). Tecnologías de la información y la comunicación. Un eje transversal para el logro de aprendizajes significativos. REICE - Revista Electrónica Iberoamericanasobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación. Vol.2, No. 1 . Obtenido de http://www.ice.deusto.es/rinace/reice/vol2n1/iniciarte.pdf

Ramirez, T., Bravo, L., & Pernía, E. (2000). El sistema educativo venezolano: Reforma, descentralización y rabajo docente. Caracas: Panapo.

Suarez, J., Martín, J., Mejía, D., & Acuna, E. (2016). Ética y práctica docente. Barranquilla (Colombia): Editorial Universidad del Norte.

 


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