15 mayo 2017

¿Cómo Aumentar la Motivación?

La Motivación

Sin motivación todos los actos en la vida resultan trabajosos y poco atractivos. La motivación está considerada  como uno de los factores determinantes del éxito en cualquier área de la existencia humana, lo cual incluye las tareas propias del aprendizaje. Por ello, es esencial conocer algunos aspectos relacionados con el hecho de estar motivado.

La motivación es un concepto difícil de definir, pero que todos poseemos, ya que todo lo que hacemos es por alguna razón. Los motivos son los que nos mueven a hacer algo. Motivar significa proporcionar motivos y la motivación equivale a sentirse movido por un bien importante que se puede conseguir. Este bien actúa sobre la inteligencia como causa final pero también lo hace sobre la voluntad, que se siente impulsada a poner los medios apropiados para su consecución. 

La motivación es la fuerza de acción y la motivación consiente es aquella que producimos por la actividad de nuestro intelecto, aplicando nuestra voluntad e inteligencia. Nuestros deseos conscientes tienden a proporcionarnos un mayor desarrollo o placer y tienen una acción impulsora de fuerza insospechada. Todos habremos comparado alguna vez en nuestras vidas, la facilidad con que ejecutamos aquello que con todo fervor de nuestro ser deseamos hacer. Tan pronto se extingue un motivo y se alcanza una meta, vuelve a aparecer otro nuevo que tiene que ver con las necesidades satisfechas. De este modo cada motivo puede considerarse como el eslabón de una cadena infinita de motivos que hace a las personas activas y operantes. Considerando el aprendizaje como una operación, en todo acto de aprender se hace imprescindible la existencia de una motivación.

Propósito de la motivación

El propósito de la motivación es triple:
   1. Despertar el interés hacia las tareas de aprendizaje.
   2. Estimular el deseo de aprender que conduce al esfuerzo.
   3. Dirigir estos intereses y esfuerzos hacia el logro de fines apropiados.

Uno de los elementos básicos que determina el porqué se aprende son las diferentes motivaciones que originan dicho aprendizaje. La motivación constituye el motor del aprendizaje en el sentido en que mueve o dirige la acción de aprender al incluir las razones y los intereses con los que se cuenta para hacer algo. Difícilmente es posible entusiasmarse al ejecutar una tarea para la que no se tiene ninguna motivación; sin embargo cuando se tienen razones fundamentadas por las cuales esforzarse, se es capaz de llevarla a cabo. Todo acto de aprender conlleva, por tanto, una motivación, lo cual conduce a afirmar que no es posible aprender sin estar más o menos motivado.

El fundamento de todo aprendizaje es el acto volitivo (de la voluntad) del "quiero aprender". La motivación está pues íntimamente ligada a la voluntad, es la sistematización de ésta. Por tanto para que se produzca el aprendizaje, primero se debe desear aprender. Por supuesto que la motivación por sí sola no asegura el éxito, ya que debe existir un mínimo de capacidad o habilidad pero, con una capacidad normal, las posibilidades de éxito aumentan considerablemente si la motivación es la adecuada. Y al contrario, si se tiene mucha capacidad pero se está poco motivado, es muy probable que no se llegue al fin deseado.

Efectos de la motivación en el aprendizaje

Cuando los motivos son externos al aprendizaje (motivación extrínseca), este no se integra ni estructura de modo adecuado en los saberes adquiridos previamente, por lo que la duración y eficacia de esos aprendizajes queda mermada e incluso invalidada. Por el contrario, con una motivación intrínseca (cuando un individuo se vuelve activo en razón de la propia actividad), la posibilidad de construir aprendizajes significativos, con la correspondiente madurez y las cualidades necesarias, será mucho mayor. Además el grado de satisfacción que experimenta una persona en su vida crece en razón directa con el número de acciones que emprende con una motivación primaria (intrínseca).

Ante esta supremacía de la motivación intrínseca sobre la extrínseca a la hora de favorecer aprendizajes significativos y experimentar una satisfacción más intensa por la actividad realizada, sería muy beneficioso intentar convertir la motivación secundaria (extrínseca) en primaria (intrínseca). Efectivamente una persona puede tener, en un principio, sólo motivos extrínsecos para realizar una tarea de aprendizaje, es decir, utiliza el estudio como medio para un fin. Ahora bien, puede ser que, en la medida en que va apareciendo el éxito deseado y, a partir de la tarea misma, se dé una correspondencia orgánica entre los medios y el fin hasta el punto de que surja una aproximación cada vez mayor entre ambos, de modo que el motivo extrínseco se convierte en motivo intrínseco.

Relación entre estudio efectivo, motivación y rendimiento

Como ya se ha dicho, la motivación es fundamental en el estudio y en el aprendizaje. En este sentido se puede afirmar que existe una estrecha relación entre estudio efectivo, motivación y rendimiento; es decir, cuando se estudia de forma efectiva, se obtiene una motivación pero, paralelamente, una fuerte motivación por aprender conduce hacia un estudio eficaz. De igual forma, cuando se está motivado por aprender, se rinde más y, a su vez, cuanto más se rinde, más motivación se siente.

Como se ve una óptima motivación en el que estudia no basta por sí sola para conseguir un aprendizaje eficaz. Asimismo, un correcto aprendizaje puede no ser suficiente para garantizar unos buenos resultados en la actividad intelectual. Por tanto, estudio efectivo y motivación son condiciones necesarias, pero no suficientes (por separado) para alcanzar un buen rendimiento en el estudio.

Cómo aumentar la motivación

Existen algunas pautas que pueden ayudar a desarrollar y mejorar las propias motivaciones ante las tareas de aprendizaje:

  • Valorar más el hecho de aprender que tener éxito o fracasar.
  • Centrar más la atención en el proceso resolutivo que en las recompensas externas.
  • Descubrir en qué aspectos responde el tema de estudio a los propios intereses, necesidades y gustos.
  • Observar en qué puede sernos útil en nuestros estudios, en nuestra profesión y en nuestra vida en general.
  • Si el tema no interesa a priori, ver en qué se relaciona con otro tema cuyo interés parezca más directo para utilizarlo como incentivo.
  • Si el tema de estudio repele, tomar clara conciencia de ello antes de abordarlo, lo que permite prepararse para el caso de que sea necesario un esfuerzo más intenso y prever, en cierto modo, una "contraofensiva".
Existen otras pautas tales como la fórmula del Dr. Klaus Berman para desarrollar la facultad de motivación desde el subconsciente, dado que en este se tiene el poder para obnubilar aquellas impresiones que le tocan. Constantemente vemos en nosotros el resultado de este hecho; los hábitos, las costumbres no son sino la manera  de actuar de nuestro subconsciente que ya ha sido impresionado por la repetición de la misma idea durante un periodo de tiempo más o menos largo.

Debe repetirse constantemente esta fórmula, preferiblemente antes de levantarse y al acostarse. Con ello, se logra poner en movimiento el íntimo mecanismo que tendrá que modificar luego nuestro carácter, haciéndonos capaces de crear en nuestro espíritu un entusiasmo y un fuerte deseo; que son condiciones especiales para alcanzar el logro de nuestros propósitos. La formula dice:

"En mi interior existe la motivación. No tengo más que darle libertad. La motivación es una función normal de mi espíritu. Yo he deseado y puede desear espontáneamente. Mi motivo irá tomando cuerpo cada vez más hasta impulsar fuertemente mi voluntad hacia la realización. Mis motivos son poderosos."

Por otro lado, hacer una programación de tus objetivos con relación a tus estudios, con gran responsabilidad personal y atendiendo a tus recursos en general, físicos, intelectuales, sociales, económicos, etc., permite tener una motivación constante para estudiar y estar al día con tus responsabilidades sobre tu aprendizaje.

Refuerzos positivos y negativos

La motivación puede ser incrementada notablemente por parte de quien enseña mediante una reacción positiva ante los esfuerzos de la persona por aprender. Para ello, es necesario expresar con claridad, por ejemplo, la alegría o admiración por tales esfuerzos.

El reconocimiento al esfuerzo de quien aprende y los mensajes de complacencia y alabanza por los logros y las tareas bien realizadas animan a seguir esforzándose en la superación de metas y objetivos. Cuando se comprende que es posible mejorar, que se es capaz y que todo depende fundamentalmente de uno mismo, se recibe un gran estímulo para seguir intentándolo con tenacidad.

Por el contrario la sanción y la censura, entendidas como refuerzos negativos, contribuyen a debilitar la motivación. Sin embargo, es habitual recriminar continuamente al aprendiz presentándole los fallos y las consecuencias negativas de su conducta con la sana  intensión de que reaccione y cambie. Este modo de proceder genera, habitualmente, sentimientos negativos hacia la tarea de aprendizaje emprendida y hacia la persona sancionadora.

No se trata de no reaccionar ante una conducta de aprendizaje no correcta, sino de potenciar los aspectos positivos de la persona. La alabanza siempre tiene una mayor eficacia cuando se hace en público, mientras que la censura suele producir efectos positivos cuando se realiza individualmente y en privado.

En resumen, se puede decir que la intensidad de la motivación se incrementa con las vivencias de éxito y se debilita con las vivencias de fracaso.

Espero estas herramientas te ayuden a progresar en tus estudios, carrera, profesión o emprendimiento. 


Fuente: Máster Biblioteca Práctica de Comunicación. Aprendizaje. Edid. Océano.





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